El miedo contagioso

Por fin hay Gobierno en Catalunya. El Sr. Torra ha sido elegido democráticamente como President de la Generalitat. Es lo que se pedía desde todos los rincones del país. Pero, ¿era esto en verdad lo que se quería, o era otra cosa?  Es obvio que los partidos que juntos no tienen mayoría en el Parlament y sobre todo los que sueñan un día sí y otro también con que el artículo 155 de la Constitución sea perenne, no querían que llegara este día. Para unos no era el protagonista deseado y para otros hay que empezar a hacer oposición, o sea a trabajar. Pues qué le vamos a hacer, la democracia es así. Unos pierden y otros ganan.

Algunos de los perdedores han puesto en marcha inmediatamente, incluso antes de la toma de posesión del Sr. Torra, sus habituales mecanismos de boicot, y de infusión de miedo a la ciudadanía. Esa es la base de su oposición, antiguos escritos y artículos, y el ridículo mantra de que no va a gobernar para todos los catalanes y catalanas.

La cultura del miedo es muy perversa. La usa la oposición en el Parlament de Catalunya, y la usa la derecha en el Congreso de los Diputados, o en la Asamblea de Madrid, por ejemplo. Miedo por todos los lados: a un referéndum pactado, a que gobierne la izquierda, a perder el poder, el amiguismo, a no poder ejercer la exclusión de lo distinto, a la desobediencia pacífica y democrática. Intentan de cualquier manera posible transmitir miedo a la población. Pero, ojo, este miedo tiene efectos colaterales. El principal es la parálisis ocular. A nivel de la política, esta enfermedad se muestra como la imposibilidad de mirar a ambos lados. Los músculos que mueven los ojos se atrofian, y sólo se atiende a un lado o al otro.  De eso tiene mucha experiencia el Sr. Rajoy, preso de pavor, y afecto de gravedad de dicha parálisis.

Me imagino que los partidos de la oposición esperaban el discurso independentista del Sr. Torra. Sería ridículo pensar que a quien esperaban era al Sr. Durán y Lleida. En base a qué, el Sr.Torra debería haber cambiado su discurso. ¿La cárcel, el exilio, un edema cerebral repentino que le hubiera hecho dejar de ser independentista? Seguro que cualquier cosa de estas las hubieran aplaudido y entendido los amiguetes del 155. Pero, amigos, no ha sido así. Lógicamente, este señor ha dicho lo que tenía que decir. Para unos y para otros. Lo que hay que tener es la capacidad mental de reconocerlo.

Es que el Sr. Torra es un xenófobo. No va a gobernar para todos los catalanes y catalanas. ¡¡Qué barbaridad ¡¡ ¡¡Peligro¡¡ ¡¡Acecha el monstruo de las siete cabezas¡¡ Sé que es mucho esfuerzo poner en contexto las cosas. Este señor escribió unos textos en un momento en el que no se imaginaba el cargo político que le deparaba el futuro. Es decir, escribió lo que le dio la gana en uso de la maltrecha libertad de expresión, no lo hizo por tanto como President de la Generalitat de Catalunya. A pesar de ello, ha pedido disculpas por si alguien se sintió ofendido. En fin, esto suena a un capítulo más de la censura a la que se somete a toda aquella persona que ose escribir u opinar algo (aunque sea años atrás) que no se atenga a lo que el partido en el poder y sus mantenedores opinen como adecuado. Antes de escribir algo habrá de entrada que pedir perdón, no vaya a ser que al autor le hagan presidente de algo 10 años después.

El Sr. Torra ha pedido diálogo. Sin condiciones. A pesar del indecente mantenimiento del 155. Bueno, para eso está el Gobierno de la nación. Faltaría más. El Sr. Rajoy exige diálogo dentro de la ley. ¿Qué clase de diálogo es ese? ¿Qué significa eso? ¿Tendrá que llevar el Sr. Torra una corbata rojigualda a la entrevista? ¿Tendrá que cantar el himno de España con la letra de Marta Sánchez al entrar en la Moncloa? ¿Tendrá que cambiar, antes de la entrevista, su recién nombrado gobierno, poniendo a Jiménez Losantos de ministro de Interior y al juez Llarena de Justicia? Todo es posible. Que se prepare el President. Por cierto, un gobierno, Sr. Torra, muy lejos de ser paritario: todo un déficit; muy mal.

Y no va a gobernar para todos los catalanes y catalanas. ¿Y eso? ¿Cómo lo saben? ¿Ha hecho o dicho algo ya como President que lo confirme? Un ejemplo: en la Comunidad de Madrid, el Partido Popular lleva gobernando más de 20 años, se dice pronto, sólo para unos pocos. Y si no, que se lo digan a los servicios públicos, en especial a la Sanidad y a la Educación públicas. Es un claro ejemplo de parálisis ocular, de ceguera selectiva.

Este miedo infeccioso que transmiten es altamente contagioso. Un triste ejemplo es el periódico El País, que ha dejado de ser independiente como reza su cabecera, para alinearse con el poder establecido, con la legalidad vengativa, y abrazando un anticatalanismo verdaderamente insufrible y deleznable. Es otro contribuidor a la supuestamente catastrófica secesión catalana.

Y no digamos el Sr. Sánchez, secretario general del primer partido de la oposición. Ignoro si habrá pensado en lo que ha dicho. Su libertad de expresión no es de la que hizo uso el Sr. Torra hace años. Él es un cargo público muy importante, y no se puede decir que el Presidente electo de una Comunidad Autónoma es el Le Pen de España. Eso es una injuria, eso es xenofobia, incita al odio y al separatismo, y fomenta la ruptura en la sociedad catalana, y probablemente en su PSC. Este hombre está muerto de miedo al verse en cuarta posición en las encuestas y se agarra al clavo del 155, de la ley mordaza, del PP, o de lo que sea para sobrevivir.

No contento con esto, el Sr. Sánchez pretende cambiar las fórmulas para la toma de posesión de los cargos públicos de relevancia, de forma que expresen su lealtad a la Constitución y a la monarquía. Pero, Sr. Sánchez, ¿de verdad le sorprendió que el Sr. Torra no mentara ni a una ni a la otra? No me puedo creer que sea tan ingenuo. El Sr. Torra no cree en ellas y por lo tanto no tiene porqué nombrarlas. En eso le alabo el gusto. Yo tampoco lo hubiera hecho: a la primera no la voté por monárquica, y la segunda me fue impuesta. A lo mejor el Sr. Sánchez, a demás del cambiar el texto, añade alguna exigencia como llevar un pin del Rey en la solapa, o poner una mano sobre la Constitución, otra sobre la Biblia y en la boca una foto de los Reyes Católicos.

En fin, transmitir miedo es de mal gobernante, de mal político. Recuerda a los tiempos en los que había que tener callada a la ciudadanía, sujeta férreamente a unos cánones de conducta, de opinión y de expresión; recuerda a una dictadura. El futuro dirá si la población aguanta con esta manera de gobernar durante mucho más tiempo. Y lo dirá si tiene alternativa, si tiene un potente antibiótico para esta purulenta infección de pánico.

¡Ah¡ pido perdón con antelación. Por si acaso.