Todo un clásico. “Qué, ¿a que se ven las cosas distintas de médico que de enfermo?”, como diciendo, ¡a ver si te das cuenta, caray! Claro que sí. Ya estuve antes en este lado, pero no con la intensidad ni la duración de esta vez, y sobre todo con la inseguridad a corto plazo de lo que podía ocurrir. Una rotura de ligamentos de rodilla es una cosa bien definida, conocida, de resolución básicamente mecánica. Esto es otra cosa, no lo olvidemos, es algo nuevo. y, como consecuencia, da cierta angustia y recelo. La experiencia de estar en el otro lado de la asistencia, como enfermo, ha sido reveladora en muchos aspectos, a pesar afortunadamente, de su corto recorrido, y de la levedad de la situación. No he necesitado ningún cuidado especial, es decir, ha habido suerte. No olvidemos que esto es una lotería. Si te toca el premio gordo, lo pasas en casa con tres mocos mal repartidos. También hay reintegro, y te puede tocar, como en mi caso, y, por fin, hay quien se ha apostado mucho dinero a un número redondo para nada, y termina en una UVI. No tengo ninguna duda. Hay que tener suerte en el entorno de esta infección tan joven, aún tan desconocida después de dos años, no suficientemente estudiada, y, por tanto, con tan pocas posibilidades ni eficacias terapéuticas ni preventivas,...
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