La gran tienda acababa de abrir sus puertas. Tiempo de rebajas. Solo unos minutos después, la gente ya se arremolinaba al pie de una de las escaleras mecánicas que conducían a la planta 5ª, la de señoras. Dos agentes de seguridad impedían el acceso. Todo el mundo miraba hacia arriba. La escalera terminaba en lo que parecía una nube, algo muy denso, opaco, y muy blanco. Algunas personas comenzaron a hacer fotos con sus teléfonos móviles, al tiempo que comprobaban que no había cobertura. Comentaban la situación, y algunas decidieron probar suerte por otras escaleras, o por los ascensores, pero todo estaba bloqueado. La policía municipal estaba ya por todos los lados, e impedía utilizar cualquier método de salida de la cuarta planta. 

  • Nadie puede salir de esta planta, explicó con voz potente un policía municipal. Es por su seguridad. No sabemos lo que pasa. Esa cosa, esa nube de ahí arriba, puede ser algo tóxico. Así que, tengan paciencia, y esperemos que pronto se resuelva esta situación.

La gente empezó a ponerse nerviosa. Enseguida se personó allí una dotación del SAMUR, y unas personas que decían ser de Protección Civil, entre ellas dos psicólogas. 

  • Agente, ¿no se habrá quemado algo?
  • No parece señora. Ni se ve, ni huele a humo. Nosotros, como ustedes, no tenemos comunicación con el exterior, y no podemos decirles nada nuevo.
  • Pues, mire usted, yo me estoy empezando a sentir fatal. Estoy mareada y muy nerviosa. ¿Puedo ir al baño?
  • Cómo no, señora, una agente le acompaña ahora mismo. Y si se siente mal, vaya ahí detrás, al puesto de asistencia sanitaria que se ha montado. Allí le atenderán.

Los minutos pasaban, y llegaron los bomberos. Un total de 8, pertrechados con máscaras antigás colgadas al cuello, y trajes innífugos, esos que parecen de acero inoxidable. Todos con el semblante muy serio, casi tan anchos como altos, parecían dispuestos a subir por las escaleras de un momento a otro.

  • ¡Tened cuidado chicos! ¡Esto puede ser un atentado terrorista!, gritó un señor fuera de sí.

El comentario provocó fuertes discusiones entre varias personas. Se empezaron a emitir opiniones variopintas sobre el origen o causa de aquella nube blanca: nitrógeno líquido que se había escapado de alguna parte, algo que ha fallado en la limpieza de los tubos de la calefacción, algún tipo de reacción entre los productos de cosmética, a la venta en buen número en esa planta, y otros desvaríos diagnósticos.

La situación se estaba poniendo ya muy tensa. Había protestas, algunas muy airadas frente a las fuerzas del orden, impasibles y, según decían, ignorantes ellos también de lo que allí sucedía. Una persona empezó con dolor en el pecho, y un niño tuvo un ataque epiléptico. Ambos casos fueron atendidos rápidamente por el SAMUR. Pero esto aumentó aún más el nerviosismo general.

De repente, la gente enmudeció, y miró hacia el final de la escalera.  Los bomberos suspendieron los preparativos para la ascensión. Se oyeron algunos gritos de pánico. Dos pájaros aparecieron en la nube, revoloteando y piando. Parecían no tener un rumbo fijo. 

  • Pero, vamos a ver, ¿dónde está la planta 5ª?, se preguntaban muchas personas, ¿se ha esfumado por arte de magia? Esto es mentira, ¿no?
  • Esto no se puede consentir. Que alguien nos explique qué está pasando aquí.

Pocos segundos después, en vez de pajaritos, pasó un avión militar, metiendo un ruido ensordecedor, que terminó de colocar a la gente en histeria colectiva. Protestas airadas contra la Policía, el personal del SAMUR, el de Protección Civil, y los dependientes de la planta, estupefactos como los demás con lo que acontecía aquella mañana de rebajas.

Y nuevamente se hizo el silencio. Nuevamente todas las miradas se dirigieron a la nube, donde poco a poco, se empezó a distinguir una figura humana flotando y caminando hacia el final de la escalera. Empezó a hablar. 

 «Buenos días. En primer lugar, me voy a presentar. Me llamo Julio Méndez, y soy el director general de la empresa VITRUAL.IA. Quiero transmitirles calma absoluta. Aquí no pasa nada que pueda comprometer su salud. Les voy a informar durante un par de minutos, y luego podrán marcharse a su casa sin ningún tipo de problema. 

He oído a algunas personas diciendo que lo que estaban viendo no podía ser verdad. En efecto, tienen toda la razón. No lo es. Se trata de una Realidad Virtual manejada con Inteligencia Artificial. La empresa que lidero, lleva ya varios años trabajando con esas dos tecnologías, que combinadas, pueden crear unos espacios tridimensionales con una experiencia inmersiva sorprendente. Eso es lo que ustedes han visto esta mañana. 

Nada ha sido real. Ni los pájaros, ni el avión, ni la nube, ni yo mismo. Este experimento, o experiencia, como le quieran llamar, forma parte de un gran proyecto: se trata de hacerles más felices. Nuestra empresa puede fabricar la realidad virtual que cualquiera de ustedes desee. Parece increíble, pero ya han visto que es posible. 

Hemos puesto esta técnica a disposición del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, que colaboran ya en el proyecto. Estos organismos pretenden, por tanto, hacer más feliz la vida de los madrileños y madrileñas, sustituyendo las carencias en su vida cotidiana con esta tecnología (se oyen muchos rumores). Verán, les voy a poner un par de ejemplos. Ustedes van paseando por el Parque de la Arganzuela, donde se han talado muchos árboles, e incluso han participado en protestas por esa tala. Pues nos llaman a través de algún organismo oficial, y tendrán sus árboles, y los podrán tocar, y podrán pisar sus hojas en otoño, todo de forma virtual y temporal, esa sensación tendrán, por un tiempo limitado, cuando quieran ustedes (más rumores, algo más airados). Miren, otro ejemplo. Van ustedes a su centro de salud, y ese día, desgraciadamente, no hay médico. Pues bien, nos llaman, y lo tendrán ahí delante, y atenderá lo que les pasa, y les aconsejará lo que deben hacer. Después, claro, desaparecerá (las protestas se generalizan).

Calma. Yo sé que tienen muchas dudas y preguntas, pero tenemos pactada una duración de esta experiencia con la tienda y con los servicios especiales aquí presentes, a quienes agradecemos su desinteresada colaboración. Debemos finalizar. Tienen toda la información en nuestra web que ven aquí, debajo de mis pies: www.Virtual.IA.com. 

Deseamos una pronta recuperación a las personas que se han sentido indispuestas durante la demostración.

Gracias por su paciencia. Nada más, un saludo, y no se olviden de ser felices». 

La nube y el señor Méndez desaparecieron al instante, y en su lugar, se hizo visible el consabido cartelón: REBAJAS: Vestidos a 7 euros. Algunas personas seguían muy indignadas y buscaban el despacho de atención al cliente para poner una queja, y otras decían que se iban a dirigir a la comisaría de policía más próxima. La mayoría comentaban lo ocurrido y se pasaban la dirección de la página web mientras subían a la planta quinta.