La invasión de los pitos amarillos

Carta a Ignacio Zoido

 

Sr. Ministro: veinte mil delincuentes van a invadir Madrid este fin de semana. No se tapan la cara con una media, ni van con antifaz modo Zorro, ni disfrazados de piratas con parche en un ojo o con una pata de palo. Vienen, eso sí, de amarillo, pero a cara descubierta, sin tapujos, sin esconderse. Sólo traen su aliento y su pito.

Le doy más pistas: están aquí porque su equipo va a jugar la Copa del Rey de fútbol. Mas información: se trata de una competición con un nombre impuesto, después de que se llamara la Copa de Su Excelencia el Generalísimo en honor a “su excremencia”; ahora se compite con el de otra persona, también Jefe del Estado, y tampoco elegida por el pueblo. Una herencia más.

A estos pillos y pillas de amarillo no les gusta el Rey. No en vano es un señor que ha colaborado a base de bien para evitar que ellos y ellas, y otros cientos de miles de personas en Catalunya quieran, de forma pacífica y democrática Sr. Zoido, ser otro país distinto a España, o al menos poderlo decidir libremente. Él se ha puesto desde el primer momento del lado de los que usaron la represión física e institucional para que no lo pudieran hacer, aunque por lo visto ustedes siguen sin lograrlo.

Temo contradecirle. La invasión amarilla no viene a boicotear nada, sino con la ilusión de que su equipo gane un partido, aunque el trofeo de ganador lo entregue el mismísimo Rey. Lo que sí es verdad es que vienen para cometer el inmenso delito, la tremenda y sacrílega profanación de silbar durante la interpretación del himno nacional de España, como muestra de su rechazo a la presencia del no-elegido y a la no-política que el gobierno está desarrollando para no-intentar solucionar el problema catalán. Este va a ser su delito.

Sr. Ministro las barbaridades que vienen a cometer estas 20.000 personas ya han merecido de usted las correspondientes y habituales lamentables palabras. Parece ser que sacar el pito y tocarlo en público es algo violento. En fin, entendiéndolo de otra forma, este acto que usted considera cercano al terrorismo o la rebelión, tendría que ser estudiado por la Conferencia Episcopal y valorar una excomunión directa y general por atentado a la moral.

Si al final usted se vuelve loco, algo que no descarto, y le quita el pito a la gente de amarillo, o les reprime de cualquier otra manera estaremos asistiendo a un capítulo más de la liquidación de la libertad de expresión en este país, derecho que está el pobre bajo mínimos y con un futuro enormemente sombrío. Usted ya ha avisado: empleará la Ley Antiviolencia de forma contundente. Su primera locura. No me puedo creer que usted piense que las esteladas son en realidad lanzas, o que las butifarras son de madera (En un lugar de la Mancha…..)

Deje de preocuparse, Sr. Zoido. No creo que el Rey esté inquieto porque piten el himno unos miles de personas; son sólo una pequeña muestra de aquellas a quienes olvidó referirse en su discurso posterior al 1 de octubre pasado. El resto del campo, aplaudirá, tarareará, o será una sola Marta Sánchez. No se preocupe, su Rey no va a estar solo.

Quien tampoco estará preocupado será su Gobierno. Le viene de perlas todo este follón para distraer una vez más la atención de la ciudadanía. Es la mezcla perfecta: monarquía y Catalunya: por unos días, ni rastro de corrupción, Cifuentes o pensionistas.

Espero, Sr. Ministro, que no aparezca ninguna bandera de España en el campo, salvo la que a buen seguro ya estará ondeando en lo alto del Metropolitano. Aunque obviamente lo sería, su privilegiada mente no lo consideraría un acto violento ni mucho menos una provocación. Piense un poco. Su presencia no tendría ningún sentido. Juegan dos equipos, NO JUEGA ESPAÑA.

Don Ignacio, tranquilícese, sé fuerte, que diría su jefe. Le tiene que servir de consuelo que si bien unas personas van a ir de amarillo, las del otro equipo irán de rojo. El campo va a quedar precioso, ¿a que sí? Ande, no lo estropee. Y que gane el mejor, aunque tenga la completa seguridad de que ni usted, ni el Gobierno, ni el Rey van a alzarse con la victoria. Hoy los pitos son amarillos, pero podrían ser de muchos colores.

Un respetuoso silbido