– ¿Ves? Ya te lo dije, Max. Aquí cabemos sin problema. No es gran cosa, pero suficiente. Tú y yo hemos estado en cuchitriles peores que este. Aquí nos podemos instalar cómodamente durante el viaje.

– Estás loca, Frida. Esto es un disparate. Yo me lo voy a pensar. Además, estoy seguro que nos van a pillar.

– ¿Me vas a dejar sola en esta aventura? Nunca me has fallado, amigo. No te rajes, caray. Fíjate, estamos dentro, y nadie se ha dado cuenta. Me lo tengo muy estudiado por donde entrar y salir. No me negarás que es una oportunidad única, irrepetible, para conocer algo verdaderamente distinto. Yo me muero por ir.

– Ya. Eso si llegamos vivos. Son casi 7 meses de viaje, esto es superpequeño, y luego está el tema de la comida y la bebida.

– A ver, ven, pasa por aquí. Mira lo que he estado trayendo. Mi familia estará pensando que tengo la solitaria. Me tienen que reponer bolsas de pienso cada dos por tres. Y yo me lo traigo todo aquí. ¿Qué te parece el almacén que he organizado? Aquí hay comida para un montón de meses.

– Estás loca de remate. De verdad, ¿es que no estás a gusto con los Kennedy? Son bien majetes, y te quieren un montón. Siempre tienes la comida que te gusta, hasta te han comprado una camita que, vamos, como una reina.  Lo sé, Max, como tus Cassidy, que veo que te tratan como a un hijo suyo. Mira, lo pasarán mal cuando nos vayamos, pero volveremos.

– ¡Anda ya, Frida! No me engañes. No vamos a volver. Nos quedaremos fritos allí, a cientos de millones de kilómetros. No sé. No lo veo nada claro.

– Bueno, ¡ya veremos qué pasa! ¿Te importa ayudarme a traer unos sobres de snacks que he escondido debajo del sofá?

– Sí, Frida, sí. Claro que te ayudo.

– Venga Max, anímate ¡que nos vamos mañana! ¡Qué nervios! ¡Miauuuuuuuuu!

Esta es una de las primeras fotos del Perseverance a su llegada a Marte. Está bajo custodia federal.