– Buenos días, chicas! No me había dado cuenta de que habíamos pasado aquí abajo juntitas la última noche.

– ¡Huy! Yo tampoco me he enterado. Si nos hubiéramos dado cuenta podríamos haber organizado algo, no sé, alguna juerguecilla, o podíamos haber puesto la tele, no sé…

– ¡Ya! ¿y si se despiertan? ¡Vaya corte!

– ¡Venga, amigas, que no se os peguen la funda del sofá! Preparaos que en un ratillo viene mi chico, pone música, y ¡a funcionar!

– A ver, no me agobies. Que hoy nos vamos, y entonces no tendremos excursión ¿no?

– ¡Ah, claro! Entonces nosotras iremos cargadas a tope. Tendrán que recoger todo, y, lo de siempre: “Esto ya no cabe en la maleta” “Pues mételo en la mochila, a ver ti te cabe…” En fin, chicas, haced todo el hueco que podáis. El coche también irá a reventar.

– Bueno, al menos no nos meterán en el maletero, que desde ahí no vemos nada, caray. ¡Me daba un coraje!

– Venga, no os quejéis tanto. De todas formas, música y desayuno seguro que hay. Así que, preparaos.

– Bueno, lo del desayuno va por barrios. Mi chica, café y punto.

– Los nuestros sí, ¿verdad compañera? 

– Sí, no perdonan el tomatito, el aguacate, algo de fruta, en fin, se ponen las botas.  Bueno, ¿os ha gustado el viaje? A mí un montón. Una gozada. Hemos visto cantidad de cosas, ha hecho un tiempo excelente, y todos los días con un paisaje espectacular. Y como era de esperar, mi amiga se metió en el mar. En el océano Atlántico, me refiero. La única de los cuatro. En fin, es que le gusta mucho el agua.

– Ya, ya, lo sabemos ¿verdad? Bueno, sobre el paisaje, es verdad que ha sido de maravilla. ¿Os acordáis de las grietas, por ejemplo? ¡Vaya sitio! Pero, por otra parte, el paisaje ha tenido un tono un poco oscuro ¿no? Yo diría que negro como la pez. Que cuando nos dejaban en el suelo, allá en medio de la nada, porque se les ocurría hacer unas fotitos, yo tenía terror a mancharme.

– A ver, esta isla es así. Ya lo sabíamos antes de venir. TT lo avisó.

– ¿TT? ¿No era esa la aplicación para llevar las cuentas de lo que gasta cada persona en el viaje? Creo que fue tu mozo quien dijo que la pusieran todos en su móvil.

– No, perdona. TT no es una aplicación, es Tino Tours. Y que quede claro que mi chico lo ha programado todo a la perfección A veces ha fallado algo, pero habréis visto cómo él siempre tiene alguna alternativa, y siempre muy buena, por cierto.

– Mírala, cómo le defiende!

– Pues hace bien. Es de justicia, caray. Ha hecho un esfuerzo de campeonato. A mí, desde luego, lo programado y lo alternativo, todo me ha encantado. Y a vosotras, ¿qué es lo que más os ha gustado?

– A mí la visita a La Graciosa. El viajecito en barco, los acantilados…

– Sí, sí. Me acuerdo: que si el Mirador del Río está hacia allá, o más hacia acá…En fin, muy entretenido.

– Bueno, chica, por allí estaría. Desde luego, estarás conmigo que la isla es una monada. Sin asfalto, todo arena. Costó encontrar un sitio para comer, pero al final el restaurante estuvo muy bien. El camarero nos contó su vida, ¿os acordáis?, y después dimos un paseo precioso. Es verdad que mi chica echó en falta alguna tienduca, pero bueno, el día del mercado de Teguise se lo pasó pipa.

– Pues a nosotras nos encantó algo que ya conocían nuestros porteadores: la Cueva de los Verdes y Los Jameos del Agua. ¿Verdad, compi? Lo del agujero-charco de la cueva resultó una sorpresa tremenda. Ese ¡ohhh! que se oyó cuando el niño tiró la piedra fue totalmente espontáneo. Espectacular. Y lo de los Jameos, muy chic, como todo lo que hizo el señor Manrique. Juega con el contraste entre el negro de la lava y el blanco inmaculado de las edificaciones que hizo. 

– Yo me acuerdo de un auditorio, como una cueva, y que nuestros amigos y amigas dijeron que tendrían que volver, y escuchar allí algún concierto. A mí, desde luego no me importaría.

– Desde luego que volvería. Sin duda. 

– Y ¿cuál ha sido tu sitio preferido?

– Pues es que mi mozo tiene debilidad por los volcanes. Y, claro, flipó el primer día cuando subimos a ese que está en medio de la isla. Quedó entusiasmado cuando llegó arriba, y vio el cráter. Creo que empezó a imaginar cómo estaría todo lo de alrededor cuando empezó su actividad, escupiendo fuego y lava. Yo le veía una cara de felicidad tremenda. Le gustan las pelis de catástrofes, naturales y no naturales.

– Además, la subiduca, que tenía su buena inclinación, la subisteis con buen ritmo, y con pocas paradas. Yo, que iba la primera como es lo habitual, (ya sabéis, mi chico coge la directa, y todo tieso), os ví en muy buena forma.

– Es que esto de los volcanes le encanta. A ver, lo de Timanfaya fue también precioso, ¡con aquel rugido del geiser! ¡Vaya pasada! Pero claro, vimos los cráteres a distancia. De todas formas, parecía que estábamos en otro planeta. Impresionante. Bueno, compañera, faltas tú.

– A ver, ¡qué queréis que os diga, yo voy donde vaya mi costalero. Entonces me quedo con la excursión que hicimos en la playa Papagayo. Recordaréis que fue para abrir boca, jeje. Una caminata magistral, sin duda. 

– Desde luego. Yo pude seguirte hasta casi el final. Luego te perdí la pista…

– Es que llegamos hasta la punta de las puntas. El mar estaba precioso, y Fuerteventura tan cerca, fue espectacular.

– ¿Y qué os ha parecido la casa? Para mí, estupenda, ¿no?

– Genial, muy bien situada, y con sitio para aparcar en la puerta todos los días. ¡Vaya suerte!

– De todos modos, esta nuestra gente no pide mucho. Si está limpio, con camas cómodas, un sitio apañado para hacer sus cositas, y una mesa para jugar a las cartas, tienen suficiente.

– Sí, chica, ¡hay que ver qué vicio tienen! ¡Hasta las tantas! Que si voy a ganar yo, que ahora me toca a mí daros una paliza, que ahora lo de la carta en la frente, y luego toca jugar a lo otro que se juntan con un montón de cartas en la mano, bueno, bueno.

– Y venga vinito, y venga chocolate. En fin, que se lo pasan fenomenal.

– Pues mientras aguantemos las costuras, y no tengan que comprar otras,  repetiremos, chicas. ¿Os parece bien?

– Por supuesto. ¡Con TT al fin del mundo!