Dos grandes manifestaciones en favor de la sanidad pública, un encierro de profesionales, y una consulta popular a lo largo y ancho de la Comunidad de Madrid (CM), han demostrado la gran inquietud de la ciudadanía madrileña por este aspecto tan importante de su vida cotidiana. Todo esto poco tiempo antes de unas nuevas elecciones autonómicas después de casi 28 años de gobierno del Partido Popular (PP). ¿Puede ser la sanidad un factor determinante para cambiar esta inercia de tantos años?

Sin duda que hay otros problemas, también de suma importancia, como la educación, los servicios sociales o el medio ambiente, y cuya solución desde la óptica neoliberal es muy distinta a la de los partidos de la actual oposición. Pero la sanidad pareciera que se podría constituir en la piedra angular del sentido del voto de la ciudadanía.

Una reciente encuesta realizada por Cadena SER-El País, con todas las salvedades y dudas que llevan inherentes las encuestas, muestra algo que debería hacer reflexionar. El estado de la sanidad pública en la CM provoca “mucha” preocupación para el 57,5% de las personas encuestadas. Para el resto, la intensidad es menor, desde “algo” preocupante hasta “nada” preocupante. Esta cifra, por sí sola, estaría en consonancia con el título de este relato. El margen es estrecho, pero ahí está.

La encuesta tiene, también, un dato de gran interés. Esa inquietud por el estado de la sanidad pública madrileña se considera alta para el 43% de los votantes del PP, mientras que ronda el 80% entre quienes votarían a partidos de izquierda. Según esto, para una mayoría de votantes del PP, el estado de la sanidad pública madrileña no es un importante motivo de preocupación. 

Por lo tanto: ¿el estado de la sanidad pública en la CM podría ser un asunto determinante a la hora de decidir el voto en las próximas elecciones? Pues depende. Hay muchas personas que tiene sanidad privada, y no han pisado un hospital público en su vida; todo es posible. Otras muchas tienen la doble asistencia, y tiran de una o de otra según les parece, o según les obliga la impresentable lista de espera (desde la pública se van a la privada), o el inasumible coste de su enfermedad por parte de la entidad privada (desde la privada les mandan a la pública); y así van tirando. El caso es que, para estas personas, la sanidad pública no parecería un asunto prioritario que pudiera decidir su sentido de voto. Sin embargo, para otro gran grupo de población, alcanzar una sanidad 100% pública, universal y de máxima calidad aparece como una exigencia absoluta para apoyar a una determinada opción política.

Pero ¿los ciudadanos y ciudadanas tienen la información suficiente de lo que representa seguir con el actual modelo de gestión sanitaria? ¿Conocen el más que probable futuro de la sanidad pública si vuelve a ganar el PP? El gobierno autonómico ha cambiado de estrategia. En otro tiempo, se atrevió a intentar la privatización por decreto. Le salió mal, gracias a la movilización popular y a unos lamentables (lamentable para ellos, claro) fallos en las modos y formas legales de llevarla a cabo. Ahora, una parte del proceso privatizador lo ha pasado directamente a la ciudadanía madrileña, que desesperada por unas listas de espera infumables, por el deterioro progresivo e imparable de la atención primaria, se echa en brazos de la sanidad privada, donde, de momento, les atienden sin dilación. Eso no impide, por supuesto, que el actual modelo de gestión sanitaria mantenga su curso, y continúen el aumento en la derivación de recursos al ámbito privado, los conciertos singulares, y el desapego general por todo lo que huela a público.

Si no lo remedia la ciudadanía, el modelo neoliberal seguirá su curso, avalado de nuevo por los votos. Y, sin duda, Ayuso será más y más consecuente con ese modelo: el suyo, el de su partido político. Nadie se puede llevar a engaño. Nadie deberá rasgarse las vestiduras cuando ese programa que ignora a los más débiles, que apuesta por el mercado, y que considera que lo privado es más barato y que funciona mejor, vaya a tumba abierta, y con un claro objetivo en su horizonte: La Moncloa.

Estas elecciones deberían impedir el camino hacia la sanidad del copago, de la tarjeta de crédito, de la desatención a las personas migrantes. Deberían recuperar la presencia de personal sanitario suficiente en la sanidad rural, la atención que se merece la salud mental, la correcta financiación de la atención primaria. Y es que, si no es así, ese camino, que se lleva construyendo desde el gobierno de la CM desde hace tantos años, sería ahora cuesta abajo, y la caravana neoliberal iría sin frenos. Esto es lo que nos jugamos en las próximas elecciones.

¿Eso querría decir que todas las personas que salieron a la calle, o que depositaron su voto en una urna en la consulta popular van a votar opciones de izquierda? Sería lógico pensar que formaran parte de ese 57,7% que les preocupa mucho el estado de la sanidad pública en la CM. Y si este asunto fuera absolutamente prioritario, ese porcentaje sería suficiente para expulsar al PP de las instituciones madrileñas. Va a ser complicado. Aunque parezca increíble, muchas personas participantes de esas manifestaciones van a votar al PP, y entre ellas, algo inaudito, mucho personal sanitario, que tradicionalmente vota a la derecha, lo va a seguir haciendo, a pesar de las agresiones sufridas en los últimos tiempos. Las razones para estas incongruencias se deben analizar más despacio, aunque sería lógico pensar que, si se defiende en la calle la Sanidad Pública de esa manera tan clara e insistente, lo coherente sería no votar al PP. No votar a la derecha. 

Muchas personas y grupos mantienen y defienden que las manifestaciones, los encierros, la consulta popular, no tienen un sustrato político. Es obvio que sí lo tienen. Esas protestas van en contra de una determinada forma de gestión sanitaria. Basta ya de acudir al mantra “qué más da a quien vote, son todos iguales”. NO. Rotundamente no. Se trata de decidir si queremos una asistencia sanitaria basada en el negocio o, por el contrario, una sanidad pública, inclusiva y solidaria, que tenga como principal objetivo el servicio a la población. Para eso está el 28 de mayo.