Una real cortina de humo
La institución monárquica, a primera vista, ha tenido siempre un talante conservador. La que está anclada en nuestro país no iba a ser menos. Eso demuestran sus hábitos, actitudes personales, antecedentes familiares, declaraciones siempre afines al partido en el poder, a veces lejos de la necesaria y justa sensibilidad hacia una parte de la población que quiere expresarse con libertad, y modos y maneras anticuados, a veces llenos de exagerada y rancia tradición. Los últimos acontecimientos, a las puertas de una iglesia con todos los medios presentes, dan que pensar.
¿Estaba todo amañado?
Es una posibilidad. Puede pensarse que estas riñas internas, estos sketches de baja calidad a la luz del día, podrían venir orquestados desde Moncloa. ¿Es posible que desde el partido en el gobierno se haya sugerido o aconsejado, el montaje de estos reales numeritos de feria para intentar distraer, una vez más a la ciudadanía?
Desde luego, hay mucho que esconder. Trabajos fin de master despistados, corrupción galopante, órdenes ministeriales que nos retraen a épocas pasadas, demolición intolerable de la independencia de la justicia, desprecio a los jubilados, incapacidad para resolver políticamente el tema de Catalunya, y un largo etcétera. No hay mejor cosa que un real chascarrillo para coger algo de aire.
¿Se ha pedido algo a cambio?
Es probable. España es un país de comerciantes. A cambio de dar publicidad a las reyertas familiares, no estaría nada mal obtener algún master, o un curso de hablar español para mayores, algún aprobado para jovencitos despistados, un nuevo juicio, amañado eso sí, para algún ladronzuelo, o un aparato para personas sordas.
Los medios de comunicación, por una vez, han caído sólo de forma discreta en la trampa, aunque han divulgado con mayor intensidad de la necesaria este comic. Siempre habrá cosas más importantes de las que la ciudadanía deba estar correctamente informada y no de estas reales trifulcas.
Objetivo frustrado
De todos modos, la realidad es tozuda. La cortina de humo desplegada desde los reales asientos y patrocinada por un gobierno tambaleante no ha conseguido su objetivo más allá de unos videos y las portadas de la prensa del corazón (pobre corazón, siempre aparece en lo más cutre).
Afortunadamente manda la actualidad de verdad. Y encima Puigdemont, por fin, en la calle. La próxima, si viene también desde Zarzuela, ha de ser una cortina más intensa y opaca. No me lo quiero imaginar.