El abrazo resonó en la inmensa planicie de arena y lava que sólo terminaba donde se fundía con el resplandeciente azul del cielo. Las dos estructuras se acercaron torpemente la una a la otra: la más alta, de piel dorada y sumamente brillante, y con ojos adiamantados, lo hacía con unas formas serviles y educadas, aunque parecía que iba a tropezar y caer al suelo de un momento a otro; la otra, bajita y rechoncha, se apoyaba a duras penas en sus tres patas para caminar, balanceándose de delante hacia atrás, emitiendo sonidos ininteligibles. Se abrazaron efusivamente lanzando un estruendo de hojalata al inhóspito paisaje. Habían sobrevivido al desastre final, aunque en su superficie se notaban las abolladuras, quemaduras y grandes desperfectos sufridos durante el mismo.

  • Me alegro de verte, amigo mío. ¿Cómo estás?
  • Bip, bip. Piiii. ¿Pruipiiii?
  • Bien, ya ves un ojo un poco fatal, y además, voy hecho un asco; sucio, maloliente, vamos, con un aspecto deplorable. Y tú ya veo que cojeas, y veo que necesitas un buen repaso también ¿no?
  • Piiiiiii, fiu, fiu. Piringlu, piu piu. ¿Tiripripi? Bip.
  • Pero, ¿es que no te acuerdas de nada? ¿Qué has perdido la memoria? ¡Por la diosa chatarra! ¡No me lo puedo creer! Una máquina como tú. A lo mejor, te ayuda a recordar si te cuento, así, de forma resumida, lo que pasó. ¿Quieres?
  • Piiiii, ñiiiiic.
  • Bueno, pues allá voy. Escucha atentamente. Durante muchos años se estuvo avisando de que el cambio de clima era inminente y peligroso. Ya sé que no te acuerdas. Muchas buenas gentes avisaron del peligro. Se les llamó agoreros, pesimistas, anti-sistema. Se realizaron gigantescas manifestaciones, lideradas sobre todo por la gente más joven, las redes sociales echaban humo, se convocaron huelgas generales a nivel mundial, pero las medidas radicales que se reclamaban no fueron escuchadas por los gobiernos. Se detuvieron a muchas personas, y hubo disturbios muy importantes por todo el planeta. ¿De verdad que no te acuerdas?
  • ¡Brrrrr! ¡Pliiiinc!
  • Desde luego. Sigo. La conciencia de que el planeta estaba realmente en peligro aumentaba, pero nunca fue suficiente. La guerra contra los plásticos salió victoriosa, pero sólo a medias. Los bosques siguieron destruyéndose. Los desiertos engullían ciudades. Las emisiones de gases tóxicos no llegaron nunca a estar ni siquiera a niveles aceptables. El efecto invernadero crecía y crecía. Los recursos se acababan. La Tierra se derretía. Incluso unas pocas personas decidieron huir a nuestro satélite tras pagar una fortuna. La gente pensó que era el fin del mundo.
  • Uhhhhyyyyy
  • En efecto, amigo, lo era. En unos pocos años los polos se empezaron a fundir con una rapidez inusitada y pavorosa. Al poco tiempo, allí ya no existía hielo. El nivel del mar subió de forma vertiginosa, y buena parte del territorio habitado quedó entonces inundado. La población huyó a las montañas. Pero la Tierra se reservaba entonces su propio harakiri. Desde pocos años antes del deshielo, se apreciaba una inusual actividad de los volcanes activos en ese momento. Después de la inundación general, ésta se multiplicó de una forma extremadamente violenta, con unos terremotos acompañantes terribles.  Y ya ves el resultado, compañero, la poca tierra seca que existe, ahora está cubierta por una mezcla de arena y lava. El mapamundi es irreconocible.
  • Bip, bip, bip. ¡Urgl, nif!
  • Ya lo sé, es algo tremendo, muy triste, y un duro castigo para la humanidad. No hicieron caso a lo evidente. Tuvieron tiempo para dar marcha atrás, pero no quisieron o no supieron. En el fondo, amigo mío, no se lo creían, y la consecuencia fue su autodestrucción.
  • ¡Brrrriñic! Pruimmgli, grounch, brif, hu..
  • Ya, tienes toda la razón, pero tengo noticias, y, por cierto, tú también las tendrías que tener. Hay algún grupo de humanos supervivientes en América y sobre todo en África. Son pocas personas, y nuestro objetivo es buscarles e intentar ayudarles. Tenemos que informarles de que somos portadores de todo el saber humano antiguo y moderno, y, además, de una buena cantidad de células madre que podrían asegurar el futuro de la especie humana. ¿Estás de acuerdo, colega?

 

  • ¡Corten! Madre mía, nos está quedando esto muy trágico, ¿no? El guion no me lo pareció tanto, pero, en fin, vamos a seguir.
  • ¿Hemos hecho algo mal, Mr. Lucas?
  • No chicos, muy bien. Como siempre, lo habéis hecho genial los dos. Es que el inicio de este episodio es todo un aviso de lo que puede ocurrir.  Llevamos ya muchos años con la sensación de que nos estamos cargando el planeta, y nada cambia, incluso va a peor. Y, a pesar de que es un tema de plena actualidad, me ha sobrecogido la escena que acabamos de rodar. Bueno, vamos a….

¡BRAAAAAAAMMMMM!

  • ¿Qué ha sido eso? ¿Habéis oído? A ver, producción, efectos especiales, ¿qué ha pasado? ¿habéis hecho algo?
  • Nada, director, nad…..

¡CRASH! ¡POWM! ¡BRAUMOUUUUUUM!

  • Mr. Lucas, ¡el decorado se tambalea! ¡Y hay varias grietas en el asfalto!
  • Sí, sí, ya lo he notado, ¡mi silla también se ha movido! ¡Vamos, a casa todo el mundo! ¡Rápido, vámonos de aquí! «¡Vaya temporada de terremotos que llevamos! Y además por todo el mundo. En fin, no lo quiero ni pensar. No me lo puedo creer».